Pudimos ser la aguja que cabalgara en nuestro pútrido nido, pero logramos ser la que arregló este descosido. Tuvimos nuestras diferencias, nuestros gritos. Discutimos y reímos para alcanzar nuestro destino, el sino del cariño que nos dimos, nos damos y nos daremos. Por este momento, por este amor, puede que eterno, brindemos. Por esta aguja que marcó nuestro sendero, un camino cosido con hilo verde al que un día solo vimos de color negro.
Escrito por A. Bertran en Barcelona, diciembre 2015.
